historia

Creando una marca

La historia de Zafiro Azul es producto de una herencia de valores empresariales transmitidos en la familia Cordero de generación en generación, un culto que comienza con Guillermo Cordero, un empresario con visión de futuro, que se mantuvo siempre en constante movimiento para adelantarse y marcar tendencia en el momento oportuno y continúa con Rosana, Paola y Fiorella Cordero que plasmaron toda la tradición empresaria joyera en la marca, haciendo honor a la trayectoria de su padre y renovando el deseo de inmortalizar los momentos más importantes de la vida de las personas con un objeto precioso y único, como esos instantes que merecen guardarse para siempre.

Historia

Guillermo Cordero se sintió deslumbrado y atraído por la joyería desde muy joven. Podría decirse que el arte de la orfebrería fue su primer amor, ya que con tan sólo 18 años, y luego de aprender el oficio con pasión, abrió en 1968 su primer local al que denominó Denise. La joyería estaba ubicada en la tradicional Galería Tonsa de la calle San Martín, cuyos valiosos murales de la década de 60 -obra de los artistas Luis Quesada, José Bermúdez y Mario Vicente- fueron declarados recientemente -en el año 2000- “patrimonio cultural” por el Concejo Deliberante de Capital, a partir de su valor histórico y estético. Sin dudas, décadas atrás se trataba del paseo de compras del momento, el más coqueto y el de los locales más selectos.

Hasta allí llegaban quienes necesitaban un trabajo impecable de compostura, quienes requerían un diseño a medida, único y de perfecta hechura, y también aquellos que buscaban creaciones de marcas de renombre, cuya representación exclusiva poseía Denise.

En 1986, el reconocido empresario abrió otra joyería en la esquina de San Martín y Gutiérrez. En homenaje a su fundador, la familia de Guillermo sugirió el nombre de “Agnello Orfebre” (agnello es cordero, en italiano) para el nuevo emprendimiento. Nombre que también pasaría a la historia, por tratarse de una emblemática y muy recordada joyería en Mendoza.

La experiencia de Guillermo y su impulso constante de proponerse nuevos desafíos y seguir avanzando, lo llevaron a expandirse y a abrir locales en el exterior. Primero fue Santiago de Chile y más adelante, Palma de Mallorca. Dos proyectos exitosos que sumaron logros en la carrera del joyero.

La semilla de la pasión joyera no duró mucho en germinar entre sus hijas, quienes siempre sintieron una profunda atracción por los emprendimientos de su padre. De esta forma Rosana y Paola Cordero deciden dar el primer paso en el negocio y resuelven apostar a un gran emprendimiento que estaba a punto de inaugurarse: el Mendoza Plaza Shopping, el centro comercial que abrió sus puertas el 3 de diciembre de 1992 y que cambió para siempre el concepto de hacer compras en la provincia, inaugurando una joyería inolvidable para la fisonomía del shopping en su mejor momento.

Con el estilo propio de su padre, Rosana y Paola ponen el principal acento en la calidad y hacen destacar a Tersani por sus espectaculares joyas y relojes de las marcas más sobresalientes del mundo con representación exclusiva.

Mendoza fue creciendo y cambiando, al igual que las costumbres de la sociedad. Adelantado a su tiempo y con visión de futuro, Guillermo Cordero retorna a Mendoza, y suma su instinto y audacia al negocio de sus hijas, esta vez como director, moviéndose con inteligencia hacia donde el público lo haría luego. El visionario empresario se enamoró de Palmares Open Mall, una novedosa obra que prometía ser el centro comercial preferido por mendocinos y turistas. 

Inaugurado en el año 2000, con un aspecto diferente y atractivo, y con mayor tranquilidad y seguridad, Palmares rápidamente fue el lugar elegido por las principales firmas. Así fue como Guillermo convenció a sus hijas de apostar al cambio; en 2003 abrió la sucursal de Zafiro Azul que aún hoy le aporta distinción al complejo. “Era el lugar ideal para la joyería de mis hijas”, aseguraba en ese momento Cordero, quien una vez más tomaba una decisión acertada.